miércoles, 24 de marzo de 2010

Los ídische hijos

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Pertenecientes como somos a una generación sandwich, repudiadora de la
severidad, respetuosa de la libertad y proclive, a pesar nuestro, a la
sobreprotección, ha llegado el momento de aunar esfuerzos para
colaborar en la difusión de la creación de un nuevo concepto, el de
"ídische hijo": fue acuñado por la narradora Cristina Villanueva y su
definición, se aclara, no requiere raíces judaicas.
El paradigma central de los ídische hijos es: todo aquello en lo que
les vaya bien, es porque se lo ganaron por cuenta propia; todo aquello
con lo que no funcionan es porque han sido víctimas de una acción
indebida de los padres. Lo cual establece -y por esto son ídische
hijos- un circuito de culpa.
Hemos compilado testimonios que se pueden ordenar en varias situaciones:
1. Haberles dado a los ídische hijos poco dinero justifica que sean
insaciables. Lo mismo sucede si se les dio mucho dinero, o bastante.
2. Si se les pregunta por sus cosas, se sienten "controlados".
Si no se les pregunta, se sentirán no tenidos en cuenta.
3. Si la madre (el problema fundamental es con las madres) fue
profesional, se la acusa por su dedicación al trabajo y se le reprocha
como falta de amor no haber atendido tareas hogareñas; si la madre fue
ama de casa, se le endilga estar frustrada por no haber sido
independiente, ya que todo lo que hizo fue, antes que nada, para darse
gusto a sí misma.
4. Si los padres formaron una pareja estable y duradera, se les
reprocha que constituyeran un modelo demasiado ideal impidiendo así la
propia realización; si se hubieran divorciado, se les reprocha no
haber permitido una buena identificación; ni qué hablar de los padres
solteros.
5. Si no emigraron durante el Proceso o durante la híper, son acusados
de cobardes y de no haber estimulado la búsqueda de nuevos horizontes;
si lo hubieran hecho, son culpables de haber obligado a los hijos a
cortar lazos de origen.
Lo importante para el ídische hijo es sostener, de diversas maneras,
el circuito de culpabilización. Una mujer que tenía un nieto de siete
años era culpabilizada por la hija y el yerno porque ellos "no tienen
guita" y ella no les cuidaba el nene los sábados a la noche, a
diferencia de los abuelos paternos, más tradicionales, que sí lo
hacían. Cuando ella les ofreció abonarles los honorarios de una
baby-sitter, intercambiaron miradas cómplices y se limitaron a
contestar: "No es lo mismo...".
De eso se trata: nunca es lo mismo. Se haga lo que se haga, todo está
mal. La cuestión tema pasa por la demanda y la saciedad: no dar es
indiferencia, dar poco es insuficiente y dar mucho estimula a pedir
más: como si se tratara de engullir bombones; una forma de
anorexia-bulimia en el nivel interpersonal.
Una variante del ídische hijo es provocar, no exactamente culpa, sino
inquietud. Refiere otra abuela: "Mis hijas me dicen que su nene está
mal y que vuela de fiebre, y después resulta que no tiene más de 37
grados; y así con todo".
No hay que caer en el error conceptual de suponer que el ídische hijo
haya sido parido por una ídische mame. Se trata de otra Categoría
Relacional. Tomemos un célebre ejemplo, el del atribulado hijo a quien
su "ídische mame" le regaló dos corbatas y, cuando lo ve con una de
ellas, le pregunta si entonces la otra no le gustó. Nuestro "ídische
hijo" jamás se encontraría ante un problema semejante, no sólo porque
no usa corbata sino porque jamás usaría las remeras que le hayamos
regalado: porque no le gustan, porque preferiría comprárselas él mismo
y que le diéramos la plata aunque, si se la diéramos, tampoco tendría
remera que ponerse porque decidió comprarse alguna otra cosa pero...
Invitamos a quienes acuerden con estas ideas a apoyarnos con sus
propias experiencias, que tal vez podrían encadenarse mediante
circuitos de e-mail eromano@ fibertel.com.ar que incorporaran perfiles
o situaciones típicas, de modo anónimo o con autoría identificable.
Cierto que con esto último corremos el riesgo de que se ofendan,
aunque lo más probable, ocupados como están en sus propias cosas, es
que ni se enteren.

Esther Romano

Analista titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

" Mi mamá me mata"


los hijos, los perros y los gatos...en fin , todo el mundo , se pasa la vida observándote para ver cuando puedes aporvecharse de ti y cuando no . he visto espantada hogares donde los hijos insultan a los padres o se comen el plato de comida reservado para papá. Con tal de no gruitar los padres dejan hacer esto ...
En la vida y con los hijos, hay que abrir el paraguas antes de que llueva : más vale parecer loco, histerico e inflexible , de los que enloquecen por una minucia, antes de que crean que te pueden pisotear a gusto sin que te quejes.
Arma escándalos cuando dejan una taza sin lavar .
Ten un ataque de ira ante el que tomó la ultima leche y no fue a comprar más.
Pon el grito en el cielo cuando llega diez minutos despues del horario acordado.
Dale un sermón de media hora por el gasto abusivo en teléfono del mes .
Exagera, excagera, exagera ...si es necesario, finge estar furiosa aunque no lo estés.
Tener una madre histerica es lo mejor que le puede pasar a un adolescente.
Lo mejor que le puede decir de ti a un amigo debe ser : " me voy corriendo a casa , o mi mamá me mata "
Si has logrado esto, eres una excelente madre.