viernes, 22 de junio de 2012

15.9.11n DE grossoedipo.blosgpot.com.ar Paso a paso hacia la institución psiquiátrica * ¿Cuánto se puede complicar algo tan básico como caminar? Muchísimo. Pregúntenle a Fede, que practica parkour en cada escalera, umbral, cantero, vidriera o superficie mínimamente irregular. También camina pegadito a la pared, limpiándole la mugre con la ropa y exponiéndose a los ladridos de todos los perros vigilantes de la cuadra. * La repregunta. No importa si le pregunté si tiene frío, si la pasó bien en el jardín o a qué está jugando. La respuesta siempre es la misma: "¿QUÉEE?". Yo tengo tendencia a hablar más bien bajo, pero cuando le pregunto en un susurro si quiere yogur o si vamos a la plaza me entiende perfecto. * Hablando de fluídos corporales. Salida del jardín. ¿Querés ir al baño? NO. Parada del colectivo, empieza a retorcer las piernas. ¿Querés ir al baño? SIIIIII. Y empieza el peregrinaje a la búsqueda de un bar mientras veo pasar cinco colectivos. Hasta ahora llevo el invicto de hacerlo mear en la calle contra un árbol, pero no sé hasta cuándo podré sostenerlo. * Vamos en el subte. Algún desconocido lo mira y le sonríe. Se armó. Le sale todo el histrionismo y empieza a decir estupideces, a hacer ruidos con la boca, a retorcerse colgado de mi mano cual macaco de liana. Me muero de la vergüenza y el pobre incauto que comenzó todo mira para otro lado horrorizado de haber sido simpático con un nene tan insoportable. * El perfeccionismo al pedo. El tipo está jugando y desparramó ochenta muñecos en el piso y no se te ocurra mover uno para pasar porque le rompiste el esquema armado y le agarra la bronca. Y es rencoroso, dos días después te sale con "¿te acordás que lo moviste a Tigre?". *El imperfeccionismo. A mí me gusta mucho la escuela, la re banco, está buenísimo que los chicos tengan libertad para jugar, que hagan tareas de jardinería, que puedan correr. Pero llevo todos los días un nene limpio y sale un pibe todo mugroso, con las rodilleras de los pantalones negras, las zapatillas embarradas, la remera descosida en el hombro, el pelo lleno de pasto. Un día me va a increpar una trabajadora social en el 110. * La seguidilla. Estoy terminando algo, apurada. -Mamaáaaaa tengo sed.- Ok ahí voy le llevo jugo. Vuelvo. -Mamaáaaaa voy al baaaño. Bueno, andá. Ratito. -Mamáaaa ya terminé limpiame.- Cuando llego al baño -Nooooo pará que me falta.- OOOOOOK. Otro ratito. -Ahora sí.- Lo limpio, le lavo las manos, vuelvo a trabajar. -Mamáaaaaa voy al baño otra vez.- AAARGHHHHH. -MamáaaAAAAA VOLQUÉ EL JUGO. Juro que a la noche a veces me despierto con el MAMAAAAA en los oídos aunque el niño duerme plácidamente.