miércoles, 27 de mayo de 2009

Los adolescentes odian las medidas de espacio


Los adolescentes se niegan a absorben nociones que tengan que ver con medidas de todo tipo , en especial las de espacio.
Yo mis hijos les enseñé a decir sus direcciones completas en voz alta apenas aprendieron a decir “ mamá” . Eso fue para que , en caso en que estuvieran perdidos o secuestrados, pudieran informar donde deberían ser devueltos. El problema es que ahora, de adolescentes, saben bien donde viven pero no saben dónde queda el resto del planeta cercano. Por ejemplo: faltan cinco minutos para que cierren la puerta del colegio, momento luego del cual, les ponen un Tarde grande como una casa , que equivale a media falta . Y ellos no salen de casa, a sabiendas de que en cuetsión de minutos cerrarán la puerta de la escuela . A la escuela se llega en veinte minutos,caminando rápido, en diez en bicicleta y en otros veinte en tren . Se lo recordamos Y ellos dicen “ No es cierto, en cinco minutos llego” ¿ Cómo? ¿En helicóptero presidencial? ¿ En ambulancia? No , no llegan . Pero ellos creen tanto en el poder sanador de la palabra, que creen que uno puede cambiar la realidad con solos expresar sus deseos en voz alta, igualito que Louise Hay y los cultores de El Secreto .Un hijo que hace dos kilómetros en cinco minutos supera a Superman en poderes sobrenaturales. En verdad, estaría viajando a una velocidad cercana a la de la luz, y desde ya mucho más veloz que el sonido. Ahora lo comprendo: ¡era por esto que nunca nos hacen caso! Nosotros les explicamos cómo hacer las cosas y les recordamos su agenda del día, pero como ellos se desplazan a mayor velocidad que el sonido, nuestras palabras se quedan atrás y no llegan nunca a sus oídos. A partir de hoy, prometo no mirar nunca más con desconfianza a una de esas madres orgullosas que te dicen “ Mi hijo es una luz” . Lo son. Ellas no mienten. Lastima que en la escuela no entiendan eso y llenen de “tardes” y “ausente con presencia” a estos superniños fantásticos que son como rayos de luz . Ah, claro, los rayos de luz no pueden penetrar la pesada puerta metálica que les cierra el paso luego de las 7 y 40 de la mañana.
Pero resulta que tu superniño veloz esta tarde tiene que ir al dentista que queda a 45 minutos de nuestra casa, y mañana debe ir a un terapeuta a una hora de casa. Faltando cinco minutos para la hora de la cita, él sigue dando vueltas por casa , sin salir . Le preguntas si sabe que ya debería haber salido y te dice que sí . Le preguntas si sabe cuánto tiempo se demora en llegar al dentista y te dice “ cinco minutos”. Le preguntas cuánto tiempo cree que hay de casa a el consuoltorio del terapeuta y te dice “ cinco minutos” . O sea que para un hijo adolescente no hay tiempo ( ya lo hemos visto ) ni distancia, sino un lapso de cinco minutos que lo transporta de casa al kiosko de la esquina, a inglés, la colegio, a terapia o al Aeropuerto Internacional Narita de Tokio, Japón. Es una pena que se niegue a acompañarme todos los días al trabajo: me tomaría cinco minutos un viaje que generalmente demora una hora y cuarto de ida y otro tanto de vuelta. No haré una nota periodística con este tema porque temo que las empresas aeronáuticas comerciales quieran liquidar a mi hijo. Si llega a hacer público su secreto de los traslados instantáneos, sería la ruina de todas las líneas aéreas del mundo. Es por eso que le digo “ No, no lleva cinco minuto. Di la verdad, te lleva una hora y llegarás a clase cuando termine” . “No es cierto”, te dice el ,”llego en cinco minutos”.El padre me pidió que lo siga con sombrero, gabán y anteojos oscuros como una Sherlock Holmes disfrazada para saber adónde va en esos cinco munutos . Y yo le dije que una vez lo seguí una cuadra y me cansé de caminar tan lento como una nonagenaria para seguirle el paso cansado. Una anciana con bastón que iba detrás mío , nos pasó a los dos cuando yo lo seguía. Harta de arrastrar los pies como mi hijo, me volví a casa . Le conté al padre que su hijo no se desplaza a más de 50 centímetro pro hora y el me dijo “ Seguro que finge ese paso cuando lo miras , pero a la vuelta de la esquina se convirtió en Meteoro y se teletransportó en un segundo” . Pese a que jamás pude comprobar ese prodigio , no por eso uno deja de creer en santa Claus , los Reyes Magos y en que tiene hijos especiales, veloces comoi un rayo de luz. Einstein se debe estra retorciendo en su tumba al ver que el espacio no sólo no es curvo, sino que es recto y lleno de atajos que él no conoció , y mis hijos, sí .

No hay comentarios: